jueves, 7 de junio de 2007

I Pregon de Romeria Cofradia de Baena por Paqui Esteban Pedrajas


“AIRES ROMEROS DE ABRIL”

por Paqui Esteban Pedrajas. Directora de informativos de Radio Andujar.





Distinguidas autoridades, junta directiva de la Cofradía de la Virgen de la Cabeza de Baena, hermanos mayores de fiestas, hermanos mayores de la Real Cofradía Matriz, amigos y amigas, buenas tardes.

Es el de hoy, oficialmente, el acto que apertura en Baena las actividades que nos llevarán a encontrarnos, a final de abril, con la Virgen de la Cabeza. Hay quien se ha apresurado a vivir este encuentro, y desde el balcón celestial, junto a la Morenita y bajo su manto, no perderse un detalle de lo que nos trae este mes. Se nos ha ido el Santo Padre, Juan Pablo II. Antes se nos fue también la hermana mayor de fiestas, una mujer que estoy convencida nos está acompañando hoy desde el cielo, feliz junto a su Virgen de la Cabeza. Nuestros seres queridos, recordad, jamás se van del todo. Basta con cerrar los ojos y escuchar a nuestro corazón para saber que están a nuestro lado.

Quería que mis primeras palabras fueran para quienes, junto a Rosario, cerca de Ella, de nuestra Morenita, nos acompañan en la distancia. He rezado por ellos antes de subir aquí y también porque vuestro consiliario, don Virgilio, sane pronto y pueda compartir con vosotros esta primavera romera y mariana que ya disfrutamos.



Deseo, en primer lugar, agradecer a la Cofradía de la Virgen de la Cabeza de Baena, el que pensara en mí para lanzar al viento los sones de una fiesta que ya no necesita ser pregonada, pues somos todos, los miles de devotos y devotas de la Morenita, quienes actuamos de verdaderos pregoneros de la fe y devoción mariana a la Virgen de la Cabeza. Acontecimientos como el que nos reúne aquí esta tarde, no obstante, nos permiten compartir sentimientos romeros y cofrades, y es por eso que mi agradecimiento debo unirlo con la ocasión que me brindáis de compartir con vosotros mi devoción a la Morena del Cerro, mi amor a la Virgen de la Cabeza. Gracias a todos, aunque muy especialmente a Carlos Bernal, que ha hecho de mediador para que esté hoy aquí y del que puedo dar fe de su apego, amor y devoción a la Reina de Sierra Morena, y de todo lo que forma parte de las tradiciones de su tierra. Gracias por tu bienvenida y tus palabras de presentación. Espero, amigo Carlos, no defraudar, especialmente a ti, por tantas ilusiones como has puesto en mí para que sea vuestra pregonera.

Concurren hoy varios hechos con los que me gustaría comenzar mi pregón. Uno de ellos es que es la primera vez que organizáis esta actividad como parte de vuestro programa de actos, y, creedme, me siento orgullosa de ser quien ostente este honor en algo que ojalá mantengáis en el tiempo, porque sin duda enriquecerá el conocimiento y devoción a la Virgen de la Cabeza, y, muy especialmente, al conocimiento y devoción que se le profesa en Baena. Otra, que me causa un enorme respeto, es que se haga en este templo tan maravilloso de Santa María la Mayor. No acostumbrados a que la Diócesis de Jaén permita el uso de los templos para algo que no sea estrictamente religioso, me alegra saber que se entienda aquí, en la Diócesis de Córdoba, que, con respeto, se puede hacer un uso correcto de ésta que es la casa de Dios, la casa de todos.

Además, hay algo que me llama poderosamente la atención. Os cuento: seguro que recordáis que, cuando Juan Alonso de Rivas, pastor de Colomera, encontró la imagen de la Morenita, y Ésta pidió que se le hiciera un santuario en aquel paraje de Sierra Morena donde se le había aparecido, hubo quien se empeñó en cobijar aquella imagen, no donde nos dicen que se apareció, sino en la ciudad, en Andújar, y más en concreto en la parroquia de Santa María la Mayor. Pero Ella, nos cuenta la tradición, desaparecía y volvía al lugar donde quería tener su santuario, en el conocido cerro del Cabezo. Hoy, la iglesia de Santa María de Andújar es la que acoge a la Morenita cada vez que baja desde su templo en la sierra hasta la ciudad.
Coincidencia o no, en Baena hay más templos y la Virgen podría haber llegado a cualquiera de ellos. ¿No será que ha sido Ella la que eligió Santa María la Mayor para estar entre vosotros en Baena? Vosotros la trajisteis aquí, pero fue Ella la que previamente había elegido este templo.
Para más coincidencias entre las dos iglesias, y según los historiadores, las dos tienen reminiscencias de mezquitas árabes frente al resto de templos ubicados en las respectivas localidades. Una, la de Andújar, enclavada en el conocido barrio de la judería, y la de Baena en la antigua almedina árabe. Pero aún hay un dato más: lo más espectacular fue encontrar esta parroquia que cobija a la Morenita en lo más alto de Baena, en esta atalaya majestuosa de vistas impresionantes. Es como si de nuevo aquí hubiera elegido el lugar más alto, una ubicación, un templo, que nos recuerda a su santuario en Sierra Morena y que para llegar a él hay que subir empinadas calzadas, como para alcanzar el santuario. Insisto en que vosotros la trajisteis aquí, pero estoy convencida de que había sido Ella mucho antes la que lo había elegido. Siempre he dicho que nuestra Morenita es un poco cabezota.

Y tengo mis razones. Fijaos, de Hospitalet de Llobregat, a donde también viajó una talla del artista y amigo personal, Antonio Quirós, conservo, llamémosle así, una curiosidad. Y es que cuando la imagen llegó a esta ciudad de Cataluña estuvo peregrinando de templo en templo. Los miembros de la cofradía pasaron un tiempo algo apurados porque los diferentes párrocos con los que habían hablado para que acogieran a la Morenita, sólo se comprometían ha hacerlo durante un tiempo limitado y mientras le encontraban el templo definitivo. Así estuvo, de peregrina, hasta que el párroco de San Isidro, en Hospitalet, accedió a ubicarla en el coro de la iglesia, que preparó a modo de altar. También aquí parece que nuestra Morenita andaba buscando la altura y, para no perder del todo el paisaje que rodea su santuario en la sierra, el único chaparro que encontramos en los alrededores está precisamente a la entrada de la parroquia. Casualidad o curiosidad, pero realidad en todo caso. Me decían mis amigos de Cataluña que la Morenita premió al párroco de San Isidro que la acogió, pues, pasados unos años, dejó la parroquia para ocuparse de una diócesis catalana como obispo.

En fin, quería contaros esto porque cada cofradía tiene su historia e incluso su anecdotario. Y de historia también podéis presumir los cofrades y devotos de la Santísima Virgen de la Cabeza de Baena. Gentes que desde el siglo XVI, antes de 1548, generación tras generación, habéis trabajado para que no se perdiera esta devoción a María bajo la advocación de la Cabeza.

Con períodos de viveza y otros de letargo, la cofradía ha tenido sus buenos y malos momentos -–algo, por cierto, no exclusivo de la vuestra--, siendo seguramente uno de los más críticos cuando, con la guerra civil española, desaparece la talla de la Virgen, que ya existía en el siglo XVI, y con esto la cofradía. Pero ha sido el amor a la Morenita lo que siempre ha prevalecido para, una y otra vez, encauzar el camino de hermandad hasta llegar a nuestros días. Gentes llenas de amor y devoción que consiguieron en 1983, de la mano de don Rafael Tovar Zayas y doña Fernanda Cruz Villa, y un buen número de devotos, dar un paso decisivo con la reorganización de la cofradía. Desde ese momento el crecimiento ha sido notable y también su trabajo. Se ha pasado de los 43 cofrades con los que se reorganizó la cofradía hace 22 años, a los 389 de la actualidad. Se consiguió, en 1984, el reconocimiento de la cofradía matriz para poder procesionar en el Cabezo con el resto de cofradías en la mañana del último domingo de abril. Se consigue, en 1988, una talla de la imagen de nuestra Morenita para la que se preparó todo un programa de actos para su llegada a Baena, en el que no faltó, evidentemente, la presentación a Nuestra Señora de Guadalupe, patrona de la ciudad. A iniciativa de otro gran devoto de la Virgen de la Cabeza, hoy presidente de la cofradía, don Rafael Lozano Castro, se crea, en 1988, la primera cuadrilla de costaleros de la Morenita, de la que me consta, ha sido, hasta hace poco, capataz. Se empezó con un grupo reducido de nueve valientes, cinco hombres y cuatro mujeres; hoy hablamos de cuarenta. Permitidme, no obstante, que puesto que la Virgen va sobre andas, lo mismo que en el Cabezo, os llame anderos de la Morenita, pues no es a “costal” como se porta la imagen, y que sea don Rafael Lozano, entonces, y don Francisco Pavón, ahora, el andero mayor de Baena.

Si a todos estos grandes logros unimos los pequeños avances del día a día que consolidan toda iniciativa, y añadimos que mayo se viste en Baena de sones romeros y marianos en honor a la Reina del Cabezo con todo un programa de actos y una emocionante y bella procesión; que ya tenéis estatutos aprobados; que en el año 2001 se inauguraba la casa de la cofradía en el santuario, después de seis años de esfuerzo; que habéis creado vuestro propio coro romero y vuestra propia banda de cornetas y tambores; que publicáis vuestra revista, este año, por cierto, con formato nuevo y que a continuación vamos a conocer... ¡Qué queréis que os diga! No parecéis 389 cofrades; parecéis 389.000. Como le decía recientemente a José María, el tesorero, los equipos de trabajo en los que hay hombres y mujeres funcionan mejor y la cofradía de Baena formáis un gran equipo.

A tenor de vuestra historia, de vuestro empeño por divulgar el amor a la Virgen de la Cabeza, supongo que vuestro capellán y consiliario, don Virgilio Olmo, que os conoce desde el inicio de vuestra andadura en esta nueva y decisiva etapa, estará orgulloso, yo lo estaría, de este grupo de devotos que trabaja la fe desde María.

María, la Madre de Dios, nos congrega hoy para ensalzarla, para alabarla, para que, cuando aún queda cerca la Pasión y Muerte de su Hijo, cuando los miles de tambores de la Semana Santa baenense se adormitan soñando quizá con unos golpes que suenen menos a dolor y más al resurgir de la primavera, pensemos no sólo en la fiesta abrileña en el cerro del Cabezo o en la de mayo en Baena, sino que reflexionemos en el acto de amor que su Hijo protagonizó por nosotros; pensemos en la redención, en el sacrificio hasta el final de quien, por amor, dio su vida por nosotros. La romería también debe ser eso: recogimiento, fe, devoción... Nos centramos tanto en la parte festiva, que nos olvidamos de ir más allá y de reencontrarnos con la Verdad: “Yo soy la Verdad y la Vida. Quien cree en Mí no muere para siempre”, nos dijo. Este reencuentro no implica tristeza, ni apartarnos de la algarabía del momento. Ella no nos quiere tristes, pero debemos saber, en todo momento, cuándo la fiesta, cuándo el cante y el baile, y cuándo el recogimiento. Siempre hay un momento para ese acto de introversión, para ese encuentro a solas en el que abrir nuestro corazón y alma a la Madre, y sincerarnos con Ella. Postrarnos a sus pies y decirle gracias, cada uno a su manera...



Aquí estoy, Madre.
Escucha, en tu bondad infinita,
a quienes rezamos a tus plantas.
Escucha, Señora, a tus hijos,
Reina, Madre, Soberana,
que la bondad de tus ojos
ilumine a nuestras almas.
Haznos dignos de tu dicha,
llénanos de tu dulce calma.

Venimos a Ti, Morenita,
para rezarte cantando,
venimos a ti, Morenita,
para implorarte llorando.


Es primavera. Sierra Morena se viste de gala para recibir a la Señora. El aroma de jaras y romero se mezclan como antesala de lo que nos espera. Abril nos invita a disfrutar de una mezcla de colores y fragancias que hacen diferente a la sierra.

San Ginés, el valle del Guadalquivir y el Jándula, Lugar Nuevo y los alrededores del santuario estallan en verdor y en flores multicolores en la ansiada primavera. Todo se preparara para el gran día, para el gran momento, para el esperado último domingo de abril.

Unos preparan sus tiendas de campaña, otros sus barracones o sus casas de cofradías. Hay que ultimarlo todo, que no falte un detalle, que luego siempre se nos olvida algo. ¡Qué más da! Al final, todo sale. Lo importante es estar con Ella, rezar con Ella, hablar con Ella y, claro que sí, llorar con Ella, porque seas quien seas, vengas de donde vengas, por muy alto, por muy fuerte y robusto que parezcas, miras a la Morenita y la emoción es incontenible. No puedes retirar la mirada de sus ojos. En ese momento es como si se hiciera el silencio y quedáramos solos ante Ella. Nos olvidamos de la multitud, del gentío y oramos en silencio, a solas. ¡Es igual si no hemos alcanzado el camarín... Desde el altar, desde el templo, pero siempre mirándola a los ojos!

Estás ahí
entre la gente.
Hay cientos de peregrinos,
han venido de todas partes...
pero tú sabes
que te está escuchando a ti,
que, entre tantos devotos,
la Virgen está contigo.

Llegas al santuario
y hay que ir a su encuentro.
Te abres paso entre la multitud
y no puedes alcanzar su camarín.
¡ Hay tanta gente para verte, Madre!

Abajo,
entre el gentío,
me abro paso hasta llegar a tu altar,
me he aferrado a la verja
y busco tu carita tras los cristales.
¡Qué guapa estás de verde, Morenita,
perfumada por tantas flores!
¿Nerviosa? ¡Ya lo sé!
Se acerca el momento.

Vítores, rezos y cantos,
pero el silencio interior
invade el encuentro.

¡ No se por dónde empezar, Madre!
¡ Sí, ya sé que me vas a decir impaciente,
que todo lo quiero rápido!
¡ pero si me hicieras una señal !

¡Qué torpe soy, Morenita,
pero si me la estás haciendo!
¡ Si me estás diciendo impaciente,
que tenga fe
y que espere!


Luego subiré a verte,
subiré a besar tu manto,
a estremecerme contigo
mirando tu rostro santo.

Si pudiera, Morenita,
dormirme en tu regazo,
adormecerme en tu ermita
sintiéndote en un abrazo...

Si me dejaran llevarte
en un vuelo en tu traslado,
sentir tu rostro de niña
indefenso entre mis brazos...



Cuando salgas a la lonja
ahí te estaré esperando
entre pétalos de rosa
y miles de pañuelos blancos.

Agitaré fuerte el mío
esperando tu bendición
y la del Niño Divino
que colma mi corazón.

Y cuando abandones el templo
que te cobija orgulloso
y queden en el camarín
los angelillos celosos,
subiré hasta tu altar,
esperaré tu regreso
y así poderte rezar,
Morenita,
en silencio.




El último fin de semana de abril, el Cabezo es un hervidero humano para verla salir, triunfante, a las puertas de su santuario. ¡Cuánta fe, cuánto amor, cuánto ahogo contenido! Pero, ¿qué ocurre cada abril en el santuario? ¿Habéis pensado alguna vez en cuántos corazones laten al mismo tiempo con el mismo fervor? ¿Cuántos ojos clavados en el rostrillo divino de la Morenita, suplicantes, deseosos y agradecidos? Yo les miro. Desde mi atalaya privilegiada les contemplo en silencio y en silencio me gusta observarles intentando averiguar qué hablan con la Madre, quizá pensando que alguno de ellos lleva mi misma súplica, mi mismo lamento. Son gentes que llegan desde todos los lugares, desde todos los rincones. Llegan en carreta, a pie, a caballo o en coche. En todo caso, es cierto que no toda peregrinación es igual. Quienes marcan a pie el sendero hasta el Cabezo saben de esfuerzo y sacrificio. Dicen que nunca se es del todo romero si no has sido antes peregrino, si no has ido a pie al santuario. Admiro a esas gentes porque sólo cuando conoces lo agreste de la sierra puedes aplaudir su esfuerzo. Por mucho que te lo cuenten, nada es comparable a la experiencia vivida por cada uno. Pero si esto es así, ¿qué decir entonces de quienes empiezan el recorrido desde sus respectivas ciudades? ¿Qué decir de quienes, al cansancio por el esfuerzo en el camino viejo, unen otros tantos kilómetros a pie? ¿Es o no es señal de sacrificio? ¿Es o no es señal de amor y devoción a la Virgen de la Cabeza? Que se lo cuenten a personas como María Luisa, la esposa del tesorero, que acumuló cuatro días a pie desde Alcalá la Real hasta el santuario y de lo que guarda, por cierto, grato recuerdo.

Ver a esas gentes, hablar con ellas y oírlas decir que no importa el cansancio y que no les flaquean las fuerzas, me eriza la piel y me emociona el alma...





Peregrino soy,
de peregrino vengo
por breñales y caminos,
por senderos
y arroyuelos.



En mi pequeño zurrón,
como el pobre Juan de Rivas,
agua para beber
y muy poco de comida.

¡Eso sí!
No me falta mi estadal,
ni esta pequeña medalla
que llevo al cuello cogida
y bien prendida del alma.

Tengo que llevarla al cerro,
ver a la Morenita,
y pasarla por su manto,
mojarla en agua bendita.
He de cumplir la promesa
que me encomendó mi padre
y aunque las fuerzas me faltan,
llegaré hasta los altares.

Sé que la Morenita
me viene acompañando,
me alienta por el camino
y me lleva de su brazo.

Incluso la escucho hablarme,
para que no desfallezca,
y voy feliz por el camino
deseando volver a verla.

Peregrino soy,
de peregrino vengo
por breñales y caminos,
por senderos y arroyuelos,
para lanzarle piropos
a la Reina de los Cielos.

Cuando se conoce y se vive intensamente la romería de la Virgen de la Cabeza, la más antigua de España, no se puede decir, pues, que no hay fe. Quienes hacen estos comentarios no son conocedores, por ejemplo, del esfuerzo del peregrino, no conocen la Verdad a la que me refería antes.

De entre esas gentes las hay que esperaron el milagro para hablar de fe, y, si no hubo milagro, no hay amor a la Morenita, porque, según ellos, la Virgen no les hizo caso. Es una especie de chantaje emocional que nos hacemos a nosotros mismos. Queremos que Ella medie ante el Padre para que se cumplan todos nuestros deseos en el momento en el que pedimos y rogamos, y, si no se cumplen, si no ocurre el milagro que esperamos, tiramos por la borda la fe y la esperanza. Es aquí donde me gusta marcar la diferencia de llevar una medalla. A todos nos gusta colgarla de nuestro pecho, pero quienes van con fe la sienten, y quienes no saben escucharla, sólo la llevan de adorno. A estas gentes de poca fe, que piden y quieren recoger al momento, que llegan a la Morenita sólo a pedir y exigir, y que se impacientan y dudan si no obtienen la respuesta deseada, yo les pediría que abrieran bien los ojos y el corazón y entendieran la respuesta que la Virgen de la Cabeza da a nuestras súplicas, porque Ella siempre responde; Ella siempre nos habla, sólo que, a veces, no sabemos entenderla.

Me viene a la memoria algo que leí hace tiempo y que me hizo reflexionar sobre nuestra falta de entendimiento a la respuesta divina a nuestros anhelos. Algo que cuando nos viene el bajón, la duda, deberíamos recordar. Decía este texto que “soñaba un día una mujer, que iba caminando con Dios por la playa. Mientras ambos paseaban se iban proyectando en el cielo escenas de la vida de la mujer, unas buenas, otras malas, momentos alegres, momentos tristes. En la arena se marcaban las huellas de ambos, aunque, a veces, sólo se marcaban las de una sola persona. La mujer observó que en los momentos duros de su vida sólo se quedaban en la arena las huellas de una sola persona y exclamó: Señor, me prometiste que siempre caminarías a mi lado, ¿por qué cuando más te necesité, no estabas conmigo? Hija mía, respondió El, cuando viste en la arena las huellas de una sola persona, fue cuando tuve que llevarte en brazos”.

Con esta reflexión sólo deseo dejar en vosotras y vosotros la misma inquietud que dejó en mí esta lectura. ¿No será que nos excedemos en egoísmo y nuestra falta de humildad nos impide escuchar y entender a María? Abramos nuestro corazón a Ella, pidámosle con fe, amor y humildad, y sabrá recompensarnos, porque la Morenita siempre escucha; somos nosotros quienes tenemos que aprender a escucharla. Unas veces nos responde rápido, otras veces nos hace esperar para que entendamos bien el mensaje.


Queridos baenenses: a días vista de que vuelva a producirse el encuentro con la Virgen de la Cabeza, acudimos emocionados a ultimar los preparativos. El acto de hoy, que me habéis encomendado a mí, es un anuncio más de lo que nos espera. Nuestras casas se convierten en retazos que nos avisan de que llega la hora. No puede olvidarse nada; por eso, quienes dudan de su buena memoria, hace días que buscan, sacan, planchan, cosen, limpian, montan o abrillantan algo que tiene que ver con la romería. Para algunos, este año la romería será diferente y quedará en sus vidas para siempre, como algo que, ojalá, vuelva a repetirse: son los hermanos mayores de las cofradías.

Hombres y mujeres que tienen el orgullo de cruzar en su pecho una banda que les distingue, y levantan con emoción y júbilo el cetro con el que soñaron, mientras lanzan vítores a la Morenita y nos invitan a hacer romería. Ellos tienen desde el año pasado un aliciente más para el domingo de romería: poder seguir desde el camarín el momento del traslado a las andas para la procesión. La cofradía matriz ha dispuesto, sabiamente, que cada año dos cofradías acompañen al ritual del traslado y sientan el silencio del camarín en ese mágico momento, camarín, al que llegan como lejanos, mitigados por el cristal, los vítores de las miles de personas que abarrotan el templo y se emocionan por el feliz traslado. Por orden de antigüedad se irán alternando, anualmente, una cofradía de las antiguas con otra de más reciente creación, aunque estoy segura que este año, desde el cielo, otra hermana mayor se va a colar en el camarín para verla salir, en primera fila, entre el gentío .

Como os decía, un aliciente más al que espero y deseo se unan otras novedades que valoren y ensalcen el trabajo de las cofradías filiales. Mis amigos de la cofradía matriz saben que desde hace años les vengo pidiendo que estudien la posibilidad de que la Morenita presida, el viernes de la recepción de cofradías, el gigantesco tapiz de flores levantado en la fachada de su ermita. Ahora somos más voces las que hacemos esta petición por entender que es un regalo más a quienes llegan a Andújar y no pasan de largo hacia el santuario. Es complicado por los horarios, pero me consta que se está estudiando y siempre me alientan con un ¡En ello estamos... A ver si puede ser...! Tened claro que desde la cofradía matriz de la Virgen de la Cabeza se valora, y mucho, el trabajo de sus filiales. Y es que es evidente. ¿Sería acaso la romería la misma sin sus cofradías filiales y la labor que desempeñan por el fervor a la Reina de Sierra Morena? No. ¿Habrían llegado tan lejos los aires romeros y cofrades sin la labor de las humildes y numerosas cofradías que se reparten por toda España? No. Entonces estudiemos cómo engrandecer su labor, pero entendamos también la necesidad de trabajar coordinadamente con la cofradía matriz, porque sólo el trabajo en común enriquece el fervor que nos une a la Virgen de la Cabeza.

Y ese amor que compartimos por la Morena del Cerro me lleva a admirar a las gentes que, como vosotros, habéis desempolvado la historia de vuestra cofradía y trabajáis a diario por hacerla grande, cimentándola sobre la base de la fe y viviendo en hermandad. Admiro vuestro esfuerzo y vuestras ganas de hacer bien las cosas. Admiro a esta ciudad bella que, por mayo, engalana fachadas y balcones al paso de la Morenita en procesión para rezarle, para cantarle, para llorarle, para pedirle salud, para gritarle guapa, para darle las gracias, para decirle: ¡Vale, he entendido el mensaje, seguiré esperando, pero no me dejes Madre mía!

Y así quiero terminar mi pregón, rememorando uno de los momentos más emocionantes de la romería : la procesión del último domingo de abril en el cerro del Cabezo, y quiero hacerlo con un poema que escribí y dediqué a los anderos, a esas gentes que son capaces de estar toda una madrugada, y más si es necesario, agarrados a los varales para llevarla sobre sus hombros. Sea también un homenaje a quienes la procesionáis a hombros en Baena y a su capataz, o andero mayor.














Andero de la Morenita,
¿qué sientes cuando la bailas?

Alegría en el corazón,
sudor frío en la espalda,
pues llevo sobre mi hombro
a la Reina y Soberana,
la Virgen de la Cabeza,
que llena toda mi alma.

Espero con ansia la aurora,
en esta noche tan larga,
y me aferro a los varales
llenándome de esperanza.

Vengo desde muy lejos
a poder procesionarla
para, teniéndola cerca,
intentar acariaciarla.

Quiero tenerla en mi hombro,
vitorearla, bailarla,
gritarle guapa mil veces
y así darle las gracias.
Que mi Virgen Morenita
nunca me dé la espalda,
me proteja bajo su manto
y me dé años para adorarla,
para verla en su romería,
para proclamar su gracia,
para gritarle mil vivas
a la más grande de España.

Cuando llego hasta las andas
y la siento tan cercana,
empiezo a llorar como un niño,
pues la emoción me embarga.
¡Redoblan ya las campanas!,
las campanas del santuario,
sones de gloria que avisan
que la Virgen se está preparando.

¡Venga, que hay que sacarla!
¡Valientes, que hay que lograrlo!
¡Varales a ras de suelo!
Y del templo la van sacando.

¡Ya casi la tenemos fuera!
Con pañuelos la están saludando.
¡Venga, anderos, que la Virgen
a todos está esperando!
Morenita y pequeñita,
lo mismo que una aceituna,
que una aceituna bendita,
Morena de luz de luna.
¡Vamos, arriba con Ella!

La Virgen ya está en la lonja,
los anderos la están bailando,
¡parece que vuela el templete!
Y cien hombres la están llevando,
cien almas entrelazadas
buscando un mismo anhelo
pasear por las calzadas
a la Reina de los Cielos.
¡ Viva la Virgen de la Cabeza !







Paqui Esteban Pedrajas
Parroquia de Santa María la Mayor
Baena, 9 de abril de 2005

Primer pregón de romería de la
Cofradía de la Santísima Virgen de la Cabeza de Baena.

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